Páginas


29.5.22

Pasos y ecos

 En la otra orilla, donde ruge el pasado, sopla el aire frío.

Ante semejantes aberraciones convertidas en palabras; sentimientos de verdad.

¿Qué fue ver el Sol y la Luna y darte cuenta de que te quemaste los ojos?

Gritan viajando a través de las noches heladas, buscando el cálido silencio de la otra orilla.

Entre la multitud de máscaras se perdió. Había un lujoso edificio. En el medio de una planicie, sin nubes, sin carreteras, sin dueño. 

Caminó rechazando las miradas, sonriendo cabizbaja, saludando. El día a día era duro. Hoy su alma resquebrajada buscaba distracción, pero poco le llamaba la atención. 

Había cosas que ya no podía ver como antes, se alegraba de haberse deshecho de algunas cosas. Excepto de las que propuso ella misma. Había un cordel púrpura que tenía su rincón en la pared, colgando al lado de otras cosas que atesoraba. 

A veces se lo volvía a poner. Al fin y al cabo era bonito.

También lo fue lo que sintió por unos días.Era difícil negarlo. Asi que lo había aceptado de buena gana, aunque era mucho mas feliz sabiendo la verdad. 

A veces las heridas mas peligrosas son causadas con tal adrenalina que no nos damos cuenta del daño causado, esto venía a ser lo mismo. 

Ahí estaba la prueba. 

Suspiró. Solo quería algo normal. Tiró la máscara al suelo, se le quedaron mirando con aprehensión. Se encogió de hombros y salió por la puerta de atrás. 

La estrella había eliminado el rastro oscuro, lucía espléndida. Pero la cicatriz parecía que igual que las otras, seguiría dibujando una matriz. Las canciones se habían quedado en el olvido también. Relacionar cosas con personas no había sido una buena idea. Aunque el tiempo hacía que te diera igual, igual que de forma agria te acuerdas de las cosas vergonzosas de una vida. 

Si había algo por lo que llorar y lloraría siempre, seria aquel hermoso felino que murió en sus brazos. 

—Te quería y te quiero, Shiro. Siento mucho no haberte podido salvar…

No podía mirar sus fotos sin sentir dolor, aún tras medio año. El amor de verdad era esto. El dolor que no se va. 

—Y te querré toda la vida. Estés donde estés.