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25.7.21

Cien Mil Espadas

En el umbral adornado de luces brillantes despertó tras mucho tiempo. La canción había parado, solo escuchaba un tintineo de cristal. Débil y en la distancia. 

Con una maraña de pelos que intentaba peinar deslizando los dedos entre las hebras, se levantó con el peso de una carga nueva. Era como si hubiera una bola de metal muy pesado en el medio de su pecho. Se preguntaba si es que su corazón se había endurecido de tal manera que ahora era horrible sentir su presencia.

Determinó que era mejor apartar esas preguntas y tras quitarse las flores que le habían llovido encima, retomó el camino en busca del tintineo. 

Por el camino se encontró con otras víctimas, una tras otra le contaron sus vivencias. Se sentó a su lado un buen rato, tras un tiempo, no le servía de mucho mas que para ahogar las ganas de gritar. Pero ni fuerzas tenía para ello. 

Suspiró vahos que se volvieron nubes espesas.

Encontró una región enorme sin casas ni puertas. Había escaleras, techos y cobertizos, bancos, sofás y chimeneas. Mantas y tazas de chocolate caliente, té, café y leche desperdigados en mesitas en rincones. Calles anchas llenas de estanterías con taburetes. Escaleras y escaleras de caracol de nuevo. El olor a viejo del papel inundaba toda la región, y a veces era fresco y a veces olía a chocolate, té y café. 

Caminando, se encontraba a gente con libros en las manos. Algunos lloraban, otros escribían y copiaban. Otros reían a carcajadas, otros tenían expresiones complejas. En una esquina el tintineo empezó a repicar más intenso. Un libro brillaba tenuemente al lado de un jarrón de flores. Lo cogió y copió lo que hacían aquellos habitantes pasajeros. Se sentó en una esquina y empezó a leer.

Al abrirlo, cayeron pétalos en su regazo. Una fragancia suave. Las páginas estaban algo usadas, pero ninguna tenía desperfectos. 

El pecho volvió a pesarle, colocó la estrella rota a su lado, y giró las páginas.

Cien mil espadas se clavaron en un príncipe amable que no supo escoger entre las dos opciones que tenía. Intentó crear la tercera, la mas amable, la mejor solución para todos. Pero cien mil espadas le clavaron sus propios siervos, cuando intentó salvarles. Inmortal, sufrió dolor y agonía durante días sin fin. Su amor y amabilidad no valieron para nada.

Tras volver en sí y aceptar la verdad, apunto de darse por perdido, una persona le tendió la mano.

Las lágrimas afloraron como ríos. Aún queda gente buena.

Aun queda...

Pero nunca podría olvidar el dolor, aunque aquello le volviera casi inmune a él.

¿Qué más quedaba? 

Un triste gesto era todo lo que necesitaba para seguir viviendo.

La fragancia de las flores, el olor de un chocolate caliente que le ofrecía un desconocido a su lado, y un libro de un príncipe maravilloso y chatarrero que había sido traicionado por egoísmo. 

Su estrella era como aquel príncipe.

"No has hecho nada malo. Sentirse frustrada, dolida y quemada es solo natural. Deja que el polvo se asiente aunque no quieras."

Abrazó al libro, ojalá pudiera decirle al príncipe herido por cien mil espadas lo que pensaba.

17.7.21

Sueños extraños

He tenido un sueño muy raro. Hoy me tiré en la cama tras días sin dormir mucho, no porque no pudiera, pero algunas noches a veces me cuesta más. Le doy vueltas a las cosas. Me visita la ansiedad por la noche y no tengo un café o un té preparado para recibirla. Viene de sopetón, como una hostia.

Mucho caminé en unas calles que no conozco, mucho caminé en una ciudad que me habían explicado hace mucho tiempo cómo era. O me lo habían descrito en un escrito, más bien.

A veces me encontraba en un mirador, y veía gente sin verla. Como siluetas. A veces, me cruzaba con un olor peculiar que se me pegaba a la ropa: el del tabaco. 

Pero yo no fumo, ni fumaba en el sueño. Se volvía como una niebla que venía de alguien en una multitud. Era una ciudad gris. Era gente gris. Era París.

O eso ponía en los carteles del teatro que aún reproducía los posters del afamado Alphonse Mucha.

Me recordaba mucho a alguien.

Era vívido, sentía que si me tropezase me iba a caer de morros y me iba a doler. Como siempre, mi consciencia en los sueños es casi omnipotente. Entiendo lo que ocurre, puedo irme cuando quiera. Puedo despertarme si quiero.

Entendí qué era ese sueño. Y no quería encontrármelo. Aunque ya sabía de donde venía el olor a tabaco.

¿Aún sigues caminando por las calles de París?

Yo las pisé y me tropecé. Desperté y volví a la rutina. Demasiado vacía y gris.

Era la segunda vez que huía de ti en un sueño. Pero desgraciadamente se me quedó el olor a tabaco.

11.7.21

Cansada

De esperar ese gesto amable. De darle vueltas a lo que es verdad y mentira, intentando ver si todo fue en vano. Días como hoy me despierto dolorida por la contractura, y pienso si no me duele algo más.

Estoy muy cansada. Hacía tiempo que no escribía tanto y no me gusta lo que escribo, que me gustaría tanto no escupir y vomitar todo.

Pienso en la chica de la guitarra, y qué hay de verdad en esa historia.

Pienso en las locas, y cuanto de verdad hay en ello.

Pienso en la mamá, y por qué será que él no quiere que se acerque a su familia otra vez.

Pienso en todas las gilipolleces sin sentido que a veces me decía sobre otros, y por qué puñetas me las decía.

Pienso que hasta el último momento solo intentó poner a la gente en mi contra. Mientras una mañana me dijo que había llorado por mi.

Y vuelvo a la chica de la guitarra, recordando que tengo un video en un email. A veces me gustaría preguntarle a ella: ¿Qué pasó?

Lo peor de todo es sentir que tanto esfuerzo en ayudar y hacer las cosas bien no sirvieron de nada. Que ir con pies de plomo para entenderle solo me ha recompensado con dolor y rechazo. Siento que tengo mucho que decir, mucho que opinar, mucho que escupir y vomitar.

Escúchame chica de la guitarra, contéstame: ¿Es por esto que siempre está solo? ¿Porque solo sabe hacer daño? Dime tus motivos para no querer volver a tener amistad.

No quiero estar en una lista de amigas, ni quiero estar en una lista de locas. Yo me quedé en un limbo.

Era un ciclo estúpido y doloroso. Peleas horribles, escuchar y dar consejos, escuchar que me quieren, no mover un dedo para demostrarlo, volver a repetir.

Realmente estoy muerta, ¿verdad?

Supongo que sí, prematuramente me puso la lápida que más rabia le dio.

He quemado cosas, pero otras las conservo donde no las veo. 

A veces pienso que no puede ser que todo fuera mentira. Pero es que no confío ya en nada de esas palabras... Hasta el último momento lo negó todo. Aún cuando quería volver a hablarme y rechacé la llamada antes de que actuase como un chiquillo adolescente eliminando todo rastro de mi.

Entonces, si fue tan fácil, así, en un fin de semana, eliminar a alguien que solo quería la verdad... ahí no hubo amor de ningún tipo. Pero luego otras cosas que recuerdo...

Hay muchas cosas que no comprendo. Solo sé que no se podía seguir así, que mintió, y negó todo, que le dio igual hacer daño irreparable y que las excusas esta vez de que querer que le odie porque es lo mejor para mi, no me convencen. Y si fuera así, creo que voy a comprarme un bate llamado justicia.

Chica de la guitarra ¿Qué cojones pasó aquí? 

¿Te cansaste tanto como yo de tanta mierda?

Me despierto con el dolor de la contractura, y me pregunto si me duele algo más.