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24.11.21

La noche sin luna

Hay días y días, pero las noches son un problema persistente. Es como si el corazón abriera las puertas y los caminos que se conectan a la mente. En la negra noche se hacen visibles y se iluminan esos fragmentos que no quieres ver. Los que se quedaron atrás, los que están borrosos. 

Los ilegibles. 

Me hace enfadar tanto. Es tan persistente como el petróleo. 

Te quemaría las manos para que no dejasen huella. Te cosería la boca para evitar el veneno. Pero la que se taparía los ojos para no verlo nunca más soy yo.

Cruza el umbral, el camino es largo. Al fondo algo brilla incesante. Aunque nunca será la disculpa que necesitas. 

Tras la puerta hay mucho más. Una memoria, ese apunte en la esquina del libro. El susurro se desvanece con la caricia del futuro.

Busco esa luna en esta noche, cuando extiendo la mano para el aire.

Al menos he vuelto a escribir, aunque sea en el largo camino.

16.8.21

Las lecciones son bienvenidas

Tras un tiempo vagabundeando entre las infinitas hileras de estanterías, saboreando el amargo café y oliendo el impregnante olor de los libros viejos y nuevos llegó a sentir que su pena se iba pedazo a pedazo. Descomponiéndose como los acantilados y las rocas golpeadas por el azote de las olas del mar. Poco a poco, erosionando, limpiando.

En medio de un ruinoso camino, se dio cuenta de que se alegraba de que el primero fuera aquel niño de su infancia que no volvió a ver. Aquel rechazo silencioso tras una pelea con chorros de agua fría en medio de un caluroso verano en el patio del instituto. Cuando las sonrisas cálidas y juguetonas no podían arañar más que unas palabras teñidas de ambición venenosa. Un recuerdo dulce aunque las cosas no hubieran sido lo que uno esperaba. 

A veces, una esperaba volver a verle y saber qué había sido de su vida. Por aquella infancia compartida.

En cambio, los recuerdos venideros que consiguió de otro estaban todos putrefactos. El temblor de la emoción que había sentido al escuchar sus bonitas palabras, ahora le producían asco. La lección se aprende una vez. Un disparo le rozó la mejilla, y sangró alegrándose de no ser una bala al corazón. 

Entre tantos libros vacíos que había encontrado durante sus paseos, algunos escribieron letras ante sus ojos, haciéndole preguntas.

—¿Te acuerdas?
—Sí.
—¿Te importa?
—Ya no...
—¿Te duele?
—Un poco.
—¿Mereció la pena?
—Sí.
—... ¿Por qué?

Al responder escribiendo en el las respuestas, divagó un poco tras tomar un sorbo de café con leche.

—Porque experimenté y aprendí de quién tengo que huir. Otra vez.
—¿Algo más?
—Me enseñó que soy más lista de lo que parece. Que tengo la cabeza bien puesta. Que no caí aunque intenté dar oportunidades. Que siempre supe lo que quería. No me cegué, no me entregué, no sin tenerlo todo seguro. Hay demasiados mentirosos. 
—¿Crees que la gente puede cambiar?
—Él ya no tenía solución. Ya le ayudé suficiente. Si no quiere, no quiere. Que haga lo que quiera. El orgullo de algunos es tan grande que es mejor ocultar su suciedad y vergüenza antes que aceptar las consecuencias de sus equivocaciones. El sólo se puso en su lugar. Al final, tiene lo que se merece. Alguien igual que él de repugnante. Pueden morir juntos a mordiscos y arañazos, gritarse hasta dejarse la voz. Insultar al resto y criticar hasta que se les pudran los ojos y el corazón de la envidia. Al final, me di cuenta de que tenía lo que se merecía. Veneno con veneno.

El libro se cerró y se colocó en la estantería. La estrella rota brillaba en su pecho. Había encogido lo suficiente para llevarla con un bonito cordón alrededor del cuello. Estaba rasgada, con agujeros, y con un trozo de alma distinto. Negro, muy pequeño.

Quizá algún día me deshaga de este pedazo que no es mío. Pero ahora dejémoslo estar. Todo llega.

Se tomó el resto del café y se levantó para acariciar las suaves tapas del príncipe apuñalado.

—Llevaré a su alteza y a su majestad siempre conmigo. 

Los libros ronronearon y tras convertirse en pequeñas motas de polvo de estrellas, se fusionaron con su corazón.

—Una lección más. Uno nunca deja de aprender sobre las personas.

A través del aire, a través de la tierra, a través de la lluvia, en el cielo y en el infierno. Como vagabundos lejanos buscando una palabra de honor.

25.7.21

Cien Mil Espadas

En el umbral adornado de luces brillantes despertó tras mucho tiempo. La canción había parado, solo escuchaba un tintineo de cristal. Débil y en la distancia. 

Con una maraña de pelos que intentaba peinar deslizando los dedos entre las hebras, se levantó con el peso de una carga nueva. Era como si hubiera una bola de metal muy pesado en el medio de su pecho. Se preguntaba si es que su corazón se había endurecido de tal manera que ahora era horrible sentir su presencia.

Determinó que era mejor apartar esas preguntas y tras quitarse las flores que le habían llovido encima, retomó el camino en busca del tintineo. 

Por el camino se encontró con otras víctimas, una tras otra le contaron sus vivencias. Se sentó a su lado un buen rato, tras un tiempo, no le servía de mucho mas que para ahogar las ganas de gritar. Pero ni fuerzas tenía para ello. 

Suspiró vahos que se volvieron nubes espesas.

Encontró una región enorme sin casas ni puertas. Había escaleras, techos y cobertizos, bancos, sofás y chimeneas. Mantas y tazas de chocolate caliente, té, café y leche desperdigados en mesitas en rincones. Calles anchas llenas de estanterías con taburetes. Escaleras y escaleras de caracol de nuevo. El olor a viejo del papel inundaba toda la región, y a veces era fresco y a veces olía a chocolate, té y café. 

Caminando, se encontraba a gente con libros en las manos. Algunos lloraban, otros escribían y copiaban. Otros reían a carcajadas, otros tenían expresiones complejas. En una esquina el tintineo empezó a repicar más intenso. Un libro brillaba tenuemente al lado de un jarrón de flores. Lo cogió y copió lo que hacían aquellos habitantes pasajeros. Se sentó en una esquina y empezó a leer.

Al abrirlo, cayeron pétalos en su regazo. Una fragancia suave. Las páginas estaban algo usadas, pero ninguna tenía desperfectos. 

El pecho volvió a pesarle, colocó la estrella rota a su lado, y giró las páginas.

Cien mil espadas se clavaron en un príncipe amable que no supo escoger entre las dos opciones que tenía. Intentó crear la tercera, la mas amable, la mejor solución para todos. Pero cien mil espadas le clavaron sus propios siervos, cuando intentó salvarles. Inmortal, sufrió dolor y agonía durante días sin fin. Su amor y amabilidad no valieron para nada.

Tras volver en sí y aceptar la verdad, apunto de darse por perdido, una persona le tendió la mano.

Las lágrimas afloraron como ríos. Aún queda gente buena.

Aun queda...

Pero nunca podría olvidar el dolor, aunque aquello le volviera casi inmune a él.

¿Qué más quedaba? 

Un triste gesto era todo lo que necesitaba para seguir viviendo.

La fragancia de las flores, el olor de un chocolate caliente que le ofrecía un desconocido a su lado, y un libro de un príncipe maravilloso y chatarrero que había sido traicionado por egoísmo. 

Su estrella era como aquel príncipe.

"No has hecho nada malo. Sentirse frustrada, dolida y quemada es solo natural. Deja que el polvo se asiente aunque no quieras."

Abrazó al libro, ojalá pudiera decirle al príncipe herido por cien mil espadas lo que pensaba.

17.7.21

Sueños extraños

He tenido un sueño muy raro. Hoy me tiré en la cama tras días sin dormir mucho, no porque no pudiera, pero algunas noches a veces me cuesta más. Le doy vueltas a las cosas. Me visita la ansiedad por la noche y no tengo un café o un té preparado para recibirla. Viene de sopetón, como una hostia.

Mucho caminé en unas calles que no conozco, mucho caminé en una ciudad que me habían explicado hace mucho tiempo cómo era. O me lo habían descrito en un escrito, más bien.

A veces me encontraba en un mirador, y veía gente sin verla. Como siluetas. A veces, me cruzaba con un olor peculiar que se me pegaba a la ropa: el del tabaco. 

Pero yo no fumo, ni fumaba en el sueño. Se volvía como una niebla que venía de alguien en una multitud. Era una ciudad gris. Era gente gris. Era París.

O eso ponía en los carteles del teatro que aún reproducía los posters del afamado Alphonse Mucha.

Me recordaba mucho a alguien.

Era vívido, sentía que si me tropezase me iba a caer de morros y me iba a doler. Como siempre, mi consciencia en los sueños es casi omnipotente. Entiendo lo que ocurre, puedo irme cuando quiera. Puedo despertarme si quiero.

Entendí qué era ese sueño. Y no quería encontrármelo. Aunque ya sabía de donde venía el olor a tabaco.

¿Aún sigues caminando por las calles de París?

Yo las pisé y me tropecé. Desperté y volví a la rutina. Demasiado vacía y gris.

Era la segunda vez que huía de ti en un sueño. Pero desgraciadamente se me quedó el olor a tabaco.

11.7.21

Cansada

De esperar ese gesto amable. De darle vueltas a lo que es verdad y mentira, intentando ver si todo fue en vano. Días como hoy me despierto dolorida por la contractura, y pienso si no me duele algo más.

Estoy muy cansada. Hacía tiempo que no escribía tanto y no me gusta lo que escribo, que me gustaría tanto no escupir y vomitar todo.

Pienso en la chica de la guitarra, y qué hay de verdad en esa historia.

Pienso en las locas, y cuanto de verdad hay en ello.

Pienso en la mamá, y por qué será que él no quiere que se acerque a su familia otra vez.

Pienso en todas las gilipolleces sin sentido que a veces me decía sobre otros, y por qué puñetas me las decía.

Pienso que hasta el último momento solo intentó poner a la gente en mi contra. Mientras una mañana me dijo que había llorado por mi.

Y vuelvo a la chica de la guitarra, recordando que tengo un video en un email. A veces me gustaría preguntarle a ella: ¿Qué pasó?

Lo peor de todo es sentir que tanto esfuerzo en ayudar y hacer las cosas bien no sirvieron de nada. Que ir con pies de plomo para entenderle solo me ha recompensado con dolor y rechazo. Siento que tengo mucho que decir, mucho que opinar, mucho que escupir y vomitar.

Escúchame chica de la guitarra, contéstame: ¿Es por esto que siempre está solo? ¿Porque solo sabe hacer daño? Dime tus motivos para no querer volver a tener amistad.

No quiero estar en una lista de amigas, ni quiero estar en una lista de locas. Yo me quedé en un limbo.

Era un ciclo estúpido y doloroso. Peleas horribles, escuchar y dar consejos, escuchar que me quieren, no mover un dedo para demostrarlo, volver a repetir.

Realmente estoy muerta, ¿verdad?

Supongo que sí, prematuramente me puso la lápida que más rabia le dio.

He quemado cosas, pero otras las conservo donde no las veo. 

A veces pienso que no puede ser que todo fuera mentira. Pero es que no confío ya en nada de esas palabras... Hasta el último momento lo negó todo. Aún cuando quería volver a hablarme y rechacé la llamada antes de que actuase como un chiquillo adolescente eliminando todo rastro de mi.

Entonces, si fue tan fácil, así, en un fin de semana, eliminar a alguien que solo quería la verdad... ahí no hubo amor de ningún tipo. Pero luego otras cosas que recuerdo...

Hay muchas cosas que no comprendo. Solo sé que no se podía seguir así, que mintió, y negó todo, que le dio igual hacer daño irreparable y que las excusas esta vez de que querer que le odie porque es lo mejor para mi, no me convencen. Y si fuera así, creo que voy a comprarme un bate llamado justicia.

Chica de la guitarra ¿Qué cojones pasó aquí? 

¿Te cansaste tanto como yo de tanta mierda?

Me despierto con el dolor de la contractura, y me pregunto si me duele algo más.







18.6.21

End of the Earth

Love can never be what you want it to be

But I'd still follow you down
Slow motion, no sound
To the edge of the world
Hmm, tell me why do we fight?
We're all living in the same universe
Where the stars collide as the planets turn
But I'll give my love, I don't care if it hurts
'Cause I'll love you 'till the end
I'll love you till the end of the earth
Do you ever think how this life could've been?
If you never took the chance, a leap of faith and dance
With losing it all
So just wait, wait for me
We're all living in the same universe
Where the stars collide as the planets turn
But I'll give my love, I don't care if it hurts
'Cause I'll love you 'till the end
If we're torn apart then I won't let go
'Cause wherever we

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Me llegó otra canción de Marina demasiado directo hacia dentro. La mayoría de frases, como martillos y puñales... o como palomas que vuelan al cielo, con el sol de verano.

Les doy un significado único que no es tan romántico ni bonito... pero que a fin de cuentas, es parecido. Hay demasiados recuerdos que me llevo conmigo hasta el final.

El sol que calienta y que echo de menos.

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Y tres entradas ya son demasiadas. 



15.6.21

Confiar

 ¿A lo qué más le doy vueltas? A esto: confianza y sinceridad.

Uno cae en ello muchas veces, porque de verdad cree que conecta o que puede confiar. Y entonces no te traicionan una sola vez, sino otra y otra y otra. Lo cierto es, que tras una mentira, acabas desenterrando muchas más. Como sembrar y recibir una cosecha de hechos vacíos. De mentiras.

¿Cuántas veces me han dicho "confía en mi"? Muchas veces en muy poco tiempo. En un intento desesperado por evitar que todo se fuera a la mierda, que todo se descubriera, que viera la verdad. 

Cómo un buen amigo mío dice: Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

Contar cosas que solo abren mas disputas, cuando te dicen que te quieren ayudar a que todo se calme. Contar mentiras para tu propio beneficio, cuando dices que te has puesto como el culpable. Contar que quieres a alguien, cuando eres incapaz de mover un dedo para separarte de quien supuestamente no quieres. Contar cosas privadas e íntimas, que depositaron en ti con valentía de dejarse conocer, de confiar. Contar que una carta de amor era una mentira. Contar que no están bien de la cabeza cuando están mal por una cadena de peleas y discusiones y malestar. Contar que todas las cosas que te han dicho, escrito y mostrado son una película que otros se han montado. Hechos convertidos en mentira. Confianza perdida, y dolor por el medio. ¿Para qué? ¿Para alimentar tu ego? ¿Para tener el control? 

Lo peor son los gestos amables que ahora están manchados. Rotos. Y ese cariño que permanece. Ese que uno desea eliminar. Uno que al final no mereció la pena tantas lágrimas. 

Cómo se puede traicionar la confianza de alguien tantas veces, cómo se puede ser tan cobarde de no tomar las decisiones correctas. Cómo perder a la gente que te quiere y te apoya con un puñado de mentiras cosechadas.

Los rumores corren, la gente habla, la gente habla, la gente habla... 

Las mentiras no duran para siempre, incluso si le dices a alguien que se calle. 

La verdad siempre se descubre, excepto para los que se ponen una venda. Como el cuento del humano que siempre ha vivido en una cueva y nunca ha visto el sol. Por miedo a perderlo todo, se quedará en la oscuridad.



2.6.21

La estrella que cegaba - un agujero negro

 La música sonaba en bucle. Una canción pop con un estribillo pegadizo sobre lo que eran los sueños y las promesas. Sobre comerse el mundo con un simple “Te quiero. Mucho.”

Unas nubes cubrían el cielo, y allá donde caminase, se disipaban con cada chasquido rítmico de la melodía. Sonaba por el teléfono que tenía en las manos. Caían los pétalos de los árboles en flor.

Suspiró de cariño, y la canción volvió a empezar. Se escuchó en el aire, en su corazón. Seguiría caminando hacia donde le guiase aquel estribillo. Una y otra vez, y otra vez. En bucle.

Se encontró con un rayo de luz tan luminoso en su camino, que empezó a cegarla. Colgaba sobre su cabeza, allí en el cielo. Una estrella nueva. Tintineaba al ritmo de su corazón. Como si se acompasara a su respiración. De tanto mirarla, su imagen se quedó grabada en su mente, y no solo en sus retinas. Ahora parpadeaba y veía aquella mancha luminosa... extrañamente cálida.

No sabía de quién era. Pero volvió a aparecer noche tras noche, noche tras noche. Cada día le costaba más mirar. Le dolían los ojos, pero el corazón estaba feliz. Latía al ritmo de la canción.

Con mucho esfuerzo, una noche sin luna y sin estrellas, se sentó tras días de caminar. Parar le parecía más difícil que continuar, ahora que había comenzado. Cerró los ojos e invocó su estrella, que ahora vivía dentro de su pecho. Apareció en la cuna de sus manos y la alzó. Hacía mucho tiempo que la había escondido. Que había aprendido a retenerla en su pecho igual que cuando se estrelló por primera vez. Su estrella seguía teniendo el aspecto de siempre. Rota, resquebrajada, le faltaban piezas. Pero no importaba mucho, porque su brillo había sido casi restaurado. Le permitió ver en la oscuridad. Y parpadeó, una, dos veces. Al ritmo de una canción. Y apareció la estrella sobre su cabeza.

“Yo te seguiré” cantó. Y la volvió a dejar ciega y su estrella se escondió de nuevo en su pecho.

Caminó y caminó hacia el fin del mundo. Buscaba el gran acantilado que llegaba más allá. El que conectaba todo. Con el teléfono en la mano, un mapa y tarareando. Y una estrella que parpadeaba buscando aquella sobre su cabeza. Sus ojos empeoraron, pero no sentía el dolor. ¿Y si pudiera restaurar su estrella por fín? Y si... ¿Por qué llamaba a la suya?

Mientras andaba de día, su vista se nublaba por una mancha. La silueta de la estrella que día tras día se expandía. No sabía si estaba valiendo la pena. No sabía si iba a perder la vista. Pero, ¿a veces importaba tanto lo que ya tenías si podías tener algo mejor?

 ¿Qué era sino una promesa?

 Un sueño fácil que romper.

Su estrella solo conocía eso.

Y se elevó de nuevo, dejando estelas de luz, poniendo barreras en su corazón.

 

Casi al final del camino llegó, a un campo de hierba alta de color azulado por la luz de la Luna. Las estelas seguían a su alrededor, cada vez más numerosas. ¿Qué le estaba pasando? ¿Qué tenía de malo sentirse bien? Solo quería ir al acantilado y encontrar de quién era ese rayo de luz.

La estrella desconocida no apareció. Y no se percató del crujido y la nueva línea irregular que cruzó la estrella de lado a lado. Las estelas brillaron con mas fuerza. Al querer retomar sus pasos, estos pesaban más. Su respiración empezó a desacompasarse. La mancha no le dejaba ver donde estaba poniendo los pies. Y empezó a tener miedo, pero hizo que su estrella brillase más. Le mostró el camino, y continuó su viaje.

"¡Pero...!"

En un tres de abril se formaron lágrimas que hicieron nacer una historia que ni el más sabio podía saber donde desembocaría. Donde las canciones mueren y los susurros duermen. El sol llena de luz nacarada el acantilado de las estrellas, en el lúgubre y tierno peso de un adiós.

Sentada en el borde de una herida, con los ojos manchados de luz. La forma irregular de un sangrado que no le dejaba ver la caída. Al otro lado, le pareció distinguir otras estrellas rotas. Otras que brillaban con esa fuerza sobrenatural que las diferenciaba del brillo de las estrellas enteras y perfectas. En medio de la noche, sonaba una canción cantada por todas ellas. Resonaban juntas, y la suya empezó a cantar. Notas tristes, notas perdidas, notas que brillaban y se apagaban, brillos y estelas que refulgían y morían.

“¡Y entonces…un 29 de mayo…!”

Una a una, las estrellas se volvieron fugaces, cayendo dentro del valle, al fondo del acantilado. Una a una, le llamaban. La estrella desconocida apareció una vez más, de repente, entre el coro de silencios. Pero al intentar mirarla, sus ojos ardieron y tropezó. Se cayó con las demás, al agua de un valle donde dormían profundamente las estrellas caídas. No había corriente, solo agua que no la ahogaba. Era como un pequeño agujero sin fin, que llegaba a conectar alguna parte. Entonces descubrió que allí abajo había otro firmamento. El cual, era mas hermoso que el del cielo que siempre había admirado cada noche. Del cual su estrella había caído, desterrada.

Cerró los ojos, sintiendo el desgarro de la nueva herida, el agua sin peso intentaba introducirse dentro, buscando el núcleo que la hacía brillar todavía. Sintió un pinchazo de traición, y supo que formaría parte de aquel firmamento escondido en la profundidad del valle.

Cuando sintió algo frío en sus párpados, algo le quemó intensamente otra vez. Y al abrir los ojos, se vio a si misma acariciándose el pelo.

Te cegaron y te usaron. Te dieron el cielo y la tierra. Te ofrecieron prácticamente la Luna. Te dijeron que te amaban. Y todo eso no importaba. Un puñado de mentiras que te trajeron hasta aquí. Una estrella negra y fría que usaba la apariencia de otra víctima. Un camino guiado hasta el terror y el desconcierto. Una cadena de traiciones casi te hizo presa. Aunque presa fuiste, de un agujero negro.

Era una voz suave y cálida, recordándole su error.

Hay cientos de miles de agujeros negros, que se tragan lo que encuentran a su paso. Pero solo se ha llevado un trozo más. Alguno que ha escupido en alguna otra dimensión, o que ha pulverizado… Ahora tienes que curar tus ojos. Cuando lo hagas… todo volverá a ser como era.

Se pasó una mano por los ojos que ardían en lágrimas.

Nunca le importé. Solo quería tragarme, arrastrarme al fondo, masticarme y escupirme como si no valiera nada.

Pero antes de que lo hiciera escuchaste la canción que rompía tu estrella… no importa cuantos trozos pierdas… en cada una de nosotras hay agujeros.

Si miras esta noche estrellada, baila, canta la alegría del adiós mientras añoras.